¿Ves la botella medio llena o medio vacía?
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¿Ves la botella medio llena o medio vacía?

Una de las creencias más dañinas que puede poner en marcha la mente cuando no está iluminada por la consciencia, es la que da lugar a la percepción de «la botella, medio vacía».

No es que de forma voluntaria decidas ver las cosas de esta manera, sino que puedes afectar tu presente por algunas de estas creencias disfuncionales y limitantes, a ver las cosas así.

Donde enfocas tu atención, allí van tus emociones y tu energía. Por eso, cuando sólo ves «la botella, medio vacía» es porque tu atención en un instante se ha enfocado precisamente en este aspecto vacío de la botella. Esto impide que te des cuenta de que la misma botella ofrece simultáneamente dos realidades diferentes: la mitad, medio vacía, y la otra mitad, medio llena. Si eres una de estas personas, nunca vas a sentirte plenamente satisfecho con nada ni por nada.

Este tipo de hábito mental nocivo tiene muchas consecuencias negativas y la principal es que no hay un reconocimiento sano de lo que vas logrando en la vida. Ello lleva a experimentar la sensación de que hagas lo que hagas nunca va a ser suficiente. Se trata, por tanto, de una creencia que genera a su vez un hábito de pensamiento, el cual va metiéndote en una espiral negativa que puede finalmente conducir a la desesperanza.

La persona cautivada por esta percepción que hace ver «la botella, medio vacía», está fundamentalmente resentida y por eso no suele ser agradecida. La cura para el resentimiento es el agradecimiento. No hay límite para el nivel de insatisfacción al que puede llevar esta tendencia, porque siempre existirá la comparación con otros, así que esto nunca tendrá fin.

Algunas creencias las tomaste directamente de tus padres, que a su vez las repitieron de los suyos. Otras las tomaste de tu propio entorno sociocultural y otras sencillamente las fabricaste tú.

Las creencias disfuncionales son capaces de llevar a experimentar realidades completamente diferentes, y por eso no ves tanto el mundo que es, como el mundo que construiste con base en lo que crees.

Empieza a ganar control sobre esas creencias y a cambiar esta percepción acerca de lo que el universo te ofrece día a día, a través de estos cinco elementos que tienen una gran presencia en tu vida:

1. Tu conversación interior

La manera en la que te hablas a ti mismo y la forma en la que valoras e interpretas lo que te sucede.

2. Las acciones que vas a realizar y que han de realizarse

Muchas veces independientemente de los sentimientos que tengas. Este es un punto muy importante, ya que implica que tus decisiones han de basarse no en los sentimientos del momento, sino en tus prioridades, en tu ideal y por consiguiente en tus valores. La clave de una acción no es sólo conseguir un resultado, sino sobre todo cultivar unos valores y, por consiguiente, entrenar un carácter, que es precisamente lo que te va a permitir crear tu destino.

3. Tu imaginación

Para que sea fuente de ilusión y de entusiasmo y no de desánimo y desesperanza.

4. Tus estados de ánimo

Ya que una conducta no se sostiene en el tiempo si el ánimo es bajo, si te sientes vencido o frustrado.

5. El silencio y la reflexión

Porque es el camino para conectar con el plano del ser, tu dimensión más profunda.

Las transformaciones en la vida se hacen posibles cuando trabajas estos elementos con confianza y con paciencia. Es este entrenamiento el que te permite que sea la consciencia y no su instrumento, la mente, la que dirija tu vida. La mente es un instrumento que hay que gestionar, porque de lo contrario ella te va a dominar. Sólo el alma, la consciencia es soberana. Has sido programado para creer que no puedes elegir lo que quieres en tu vida, que no puedes ir más allá de tus aparentes límites. Es difícil ver el lado luminoso de una situación problemática. Es difícil, pero no imposible. Eres lo suficientemente poderoso para superar los límites y lograr lo que te parece imposible, si así lo eliges.

Pero es necesario que hagas la elección. Las elecciones moldean tu realidad. La elección de cómo vas a pensar, de cómo vas a hablar y de cómo vas a actuar hoy crea tu mañana. Por eso, elige la valentía sobre el miedo, elige la confianza sobre las dudas, elige la disciplina sobre el hábito y elige el amor sobre el odio.

La mente, cuando vive de espaldas al alma, te proporciona mil maneras de decir no, pero hay una única forma de decir sí y esta no viene de la mente sino precisamente del alma. Cuando la mente se considera autosuficiente, entonces te llena de limitaciones que vives como si fueran absolutas realidades. Por eso, acceder a ese otro plano, el de la consciencia, es transcender los límites de la mente. Es eso lo que te permite ser una luz en el mundo y convertirte en parte de la solución, en lugar de ir aumentando el tamaño del problema.

Es a partir de este momento cuando tienes que actuar haciendo aquello que sabes que hay que hacer y que tan pocas personas, llevadas por sus miedos y sus dudas, están dispuestas a hacer. Cualquier actuación que emprendas para ir en pos de tu meta ha de ir acompañada de un convencimiento pleno de que vas a triunfar aunque no tengas la garantía de ello.

Una misma acción tiene un impacto radicalmente diferente si se emprende desde la duda y la desconfianza que si se ejecuta desde un sentimiento de absoluta certeza, de total convencimiento en el éxito.

Para acceder a las posibilidades y oportunidades que existen en cualquiera de estos campos necesitas cuatro cosas:

I. Creer de verdad que estas posibilidades existen, aunque de momento no las veas.

II. Saber cómo empezar a buscarlas.

III. Ser capaz de descubrirlas.

IV. Aprender a integrarlas a tu vida, para que se manifiesten en realidad.

Estas posibilidades y oportunidades que buscas a veces no se encuentran en el mundo que conoces, pero sí están en el mundo que puedes llegar a conocer. Es decir, se encuentran más allá de «los límites de tu mundo». Para llevarlo a cabo, es importante un cambio de mentalidad si quieres pasar de alguien que cree que sabe a alguien que reconoce con humildad que no sabe.

Por eso, has de convertirte en explorador. El mundo te ofrece una gran cantidad de posibilidades y de oportunidades, pero no las reconocerás si no eres capaz de generar las representaciones mentales que te permiten captarlas.

Existe pues una conexión muy íntima entre lo que hay fuera de tí, que es parte de la realidad, y lo que hay dentro de tí, que es la posibilidad de conocer y reconocer dicha realidad. Tienes dos elementos fundamentales. Uno sería la consciencia, que es la que ve, la que se da cuenta de que hay algo. El segundo sería la razón. La razón es la que clasificando, fraccionando, delimitando y generando conceptos permite que la consciencia no sólo descubra que hay algo, sino que también pueda nombrar esos objetos que hay.

Todo lo externo a tí y lo interno en tí son parte de una unidad, y por lo tanto todo lo externo con sus infinitas posibilidades tiene potencialmente un reconocimiento por tu parte. Hay que reflexionar sobre lo que está sucediendo. Hay que pasar del que diagnostica al que hace preguntas, al que interpela a la realidad, para así poder entender lo que sucede.

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